(A Doña Carmen Alfaro, mi madre)
Desde adentro, desde adentro,  
desde el fondo de un abismo,  
viene corriendo a mi encuentro  
un niño que soy yo mismo. 
Iluminando el olvido,  
con este niño en los brazos,  
yo voy haciendo pedazos  
los años que ya he vivido. 
  
En el fondo del pasado,  
hallo mi casa materna  
donde esta mi madre eterna  
frente a un Dios crucificado. 
  
Junto al molino coplero  
lleno de antiguas fragancias,  
sigue jugando mi infancia  
con la hija del molinero. 
  
En los vientos pastoriles  
desgranan su florilegio,  
de canciones infantiles  
las campanas del colegio 
  
Y, perforando los años,  
desde el abismo profundo  
salgo de nuevo a este mundo  
lleno de niños extraños.
martes, 11 de octubre de 2011
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